"Mr. Gwyn"
Alessandro Baricco
Hará unos 7 meses que leí por primera vez un libro de Alessandro Baricco. Voy por el tercero, y los tres que leí son diferentes y parecidos.
Estoy cansado. Este es el último comentario que estoy escribiendo en esta entrada (empecé de abajo para arriba) y aunque "copié-pegué" casi todo lo demás estoy cansado y me cuesta decir en tres palabras algo sobre Mr. Gwyn, cada una de las 180 páginas del libro contienen alguna línea inteligente o una frase apta de ser citada. Es una historia que cuenta como se cuentan las historias y reflexiona, de una manera sencilla y amable, sobre para qué sirve contar una historia. Un fragmentito y me voy a dormir:
"...Recientemente se ha publicado otro libro, inacabado. Parece que la muerte sorprendió a la escritora cuando tenía aún que escribir., según los planes contenidos en sus apuntes, al menos la otra mitad. Es un texto curioso porque, contra toda lógica, la parte que falta es la del principio. Hay dos capítulos de cuatro, pero se trata de los finales. Por tanto, para el lector se trata de una experiencia para la que existen razones que permiten calificarla de singular, y que pese a todo seria incorrecto considerar absurda. De la misma manera conoce uno a sus padres, por otra parte, y tal vez a sí mismo..."
Y me doy prisa que van siendo las cuatro y diez. Ciao, que la pasen salvaje.
"Cosa de negros"
Washington Cucurto
Imposible no volver a Cucurto una vez que uno probó el gustito. Este libro contiene dos historias 1) Noches vacías que transcurre en el baile cumbianchero empieza diciendo:
"El Samber es lo más. Todas las tickis van ahí" (a las tickis les encanta que les regales hebillas de mickey para el pelo y que las quieras mucho, mucho que transcurreen el mundo de la bailanta), y un poco más llá dice ""Yo quisiera hablar del Samber, dar una conferencia en varios idiomas sobre el único lugar en esta perra ciudad que vale la pena posta"
y 2) Cosa de negros, que es una cadena delirante de situaciones llevadas adelante en una especie de road-movie urbana en la que se sumerge Washington "el sofocador de la cumbia" Cucurto quien llega a la Reina del Plata para animar su aniversario número 500. Si puedes no perderte de leer esto hazlo (póntelo, pónselo); aquí les paso una "lista" desparramada en un párrafo de las páginas 83/84:
“…Y ahora sí, vamos a mantener un aplauso
sostenido para nuestras estrellas invitadas de lujo… El ingenioso gobernador de
Tucumán y primo del Presidente, un representante del centro de estudiantes de la
Universidad de La Plata, el monarca sirio Al Jalab-Jalamelá…¡Continuemos con
los aplausos por favor! Saddam y Clinton que se arrojan migas de pan desde sus
respectivas mesas. El árbitro mexicano de fútbol Francisco Codesal, a quien le
obsequiamos un par de anteojos; el falso inventor del Sida, el Gran Tipeador de
los Sorias, Cachito y Cachirula… ¡Fuertees los aplausos, que no paren! Isidoro Gesbor,
las madres de Plaza de Mayo, las hijas de Plaza de Mayo, las nietas de Plaza de
Mayo, ¡la Plaza de Mayo! El ministro del Interior de Santiago de los
Caballeros. La novelista del boom y ex socióloga neurasténica. ¡Fueerte el
aplauso para ella, la señorita Enriqueta Foguetta! ¡También Hermegenesia, la
simpática portera de El Palomar! El cadáver de la señora Eva Duarte de Perón,
las manos del General, las piernas de la Cucigliuta, Idalina, Justina y
Miguelina, las chicas del grupo literario Chucofa (chicas unidas contra el
falo), Vocé Abusó, Humberto Anachuri, Pili, Ricardo Bastillas y su secretaria
Cirila Negrillas… ¡Vamos no paren de aplaudir que la lista sigue!... Carlos
Gamarra, líbero del Paraguay, Rosa de Lejos, Horripilante de Cerca, Ricardo
Tose, Benjamín Escupe, Cecilia Aplaude, Suni Castiñeira, Sunilda Villasanti,
Suni de la Vega, ¡tres reinas paraguayas!, Miss Tanga, Miss San Bernardino,
Miss Bombacha Veloz… El inventor de los pañales descartables, el fundador de
San Juan de la Maguana, Luis Pastillas, intendente de Escobar, los mellizos Silvestre
y Salvaje, los hermanos Cecilia Peor y Epifanio Imposible, Estrella Rapaz,
Delfina y Vanna Cuchitril, la familia Coto, la familia Vega… ¡Y toda la familia
argentina, en fin…!”
Ese parrafito encierra todo lo que dije en la entrada del 3 de Marzo cuando comentaba Hasta quitarle Panamá a los yankis; esa entrada comenzaba así:
Primero lo primero.
En el otro lado de la contratapa (como
mierda sea que se llame) figura una lista con el título "Resultado de
una búsqueda en Google de las palabras "Cucurto es"". Entonces,
primero lo primero:
Cucurto es indescriptible.
Cucurto es un impostor.
Cucurto es un infiltrado.
(Adhiero a mí mismo)
"El pasado"
Alan Pauls
Esto pensé y escribí el 30 de Mayo en feisbuc:
Hará unos dos meses Norberto hizo un comentario sobre la película “El pasado” de Héctor Babenco, convocando a ese interesante tema de -casi seguro- inútil discusión en las mesas de café de, nosotros, los aficionados, que me gusta enunciar grandilocuentemente como “Cine y Literatura” y que suele derivar a “Cine o Literatura” o muy generalmente a “Todas las adaptaciones de obras literarias a obras cinematográficas son una mierda”.
(sigue comentario anti-feisbuc onda “día del amigo”)
En aquella ocasión mi amigo Norberto (((“se viene elogio cómplice”: quien, entre otras virtudes, es el más grande jugador de fútbol amateur que he visto en mi vida –y he visto muchos, y he visto mucho fútbol amateur y del otro))) se animó a recomendarme la lectura de “El pasado” de Alan Pauls, novela en la que se basa la peli de Babenco.
El libro andaba inleído y juntando polvo en mis estantes (sentado en un banco de suplentes pobladísimo) y tocó darle una oportunidad, entró, jugó, y jugó muy bien. Hace ya una semana acabé de leer “El pasado” (podría decir incluso que el libro acabó conmigo) y hoy dejo dos o tres palabras que considero merecen estar publicadas en este espacio (si es que estas palabras merecen ser publicadas en cualquier espacio, y si es que en este espacio merece ser publicada cualquier cosa)
Dijo Norberto, nada tontamente, “Todos somos Rímini”, y es lo mejor que se puede decir de esta novela en tres palabras, incluso es lo mejor que puede decirse en cualquier número de palabras (((“segundo elogio cómplice”: ese comentario –“Todos somos Rímini”- indica que Norberto es mucho más que un muy buen jugador de fútbol))). Rímini es uno de los protagonistas de la novela.
Adhiero a esas tres palabras: “Todos somos Rímini”
Para conocer el alcance de esa descripción hay que aventurarse (y sumergirse) en las más de 500 páginas de “El pasado”)
todo lo que sigue es puro blablablerío
Rímini se llama simplemente, y para mí enigmáticamente, Rímini.
Pregunta superficial: ¿Quién carajo puede llamarse “Rímini”? Si ya sé, una ciudad de Italia, ¿pero un tipo?
La novela cuenta, en primerísimo plano y exhaustivamente, la historia de cómo Rímini se va relacionando con diferentes mujeres, relaciones marcadas (en todas las acepciones de la palabra) por la relación fundacional con Sofía.
La novela cuenta, como de paso o como circunstancialmente en un segundo plano y también exhaustivamente, la historia del pintor Jeremy Riltse (es tan vivo el retrato del personaje “Riltse” que me sentí obligado a guglear para ver si era real, y ahí tuve una grata sorpresa)
El estilo y el lenguaje ofrecen alguna dificultad, exigen que uno le ponga ganas y neuronas; no es un libro para leer en el colectivo lleno o en la sala de espera del dentista, algo se te puede perder. Me hizo pensar en Proust, y enseguida que pensé en Proust sentí que podía estar exagerando o “blasfemando”, y entonces enseguida-enseguida pensé que podía ser un caradura porque de Proust solo leí la mitad de “Por el camino de Swann”; pero bué, soy un suertudo y luego me absolví al guglear “Riltse”; y finalmente transigí pensando en “El pasado” como una novela del siglo XIX.
Lo último que voy a decir es que la sensación que me dejó, salvando las distancias del lenguaje, la calidad y cierta variación temática, fue una muy parecida a esa sensación que nos ha perseguido a muchos de los que hemos visto con algo de placer y mucho de horror la película “Atracción fatal”.
(Norberto, recomendando “El pasado” creaste un monstruo, así que sabrás disculpar la mención, las opiniones y los elogios)
(((Ultísimo dato, no vi la película, pero si gugleoboludeando vi que Axel Pauls, el padre de Alan Pauls, actúa haciendo del padre de Rímini –lindo dato che, ¿cierto?-)))

"Una novela real"
Minae Mizumura
En mi recorrido escueto por la literatura japonesa, o mejor dicho por libros escritos por personas nacidas en Japón, este resulta ser el más occidentalizado hasta ahora en mi entendeimiento. Bué, tenía que ser, el libro comienza contando la vida de la comunidad japonesa en Nueva York, el personaje alrededor del cual giran todas las historias (en ausencia o en presencia) es un japonés que protagoniza y triunfa transitando el superficial american way of life por una lado, mientras que por otro camino, antípodo y profundo, aparece fracasando a la orilla de un par de familias acomodadas y occidentalizadas en la posguerra japonesa,
La historia nos la cuentan las mujeres, y a medida que las hojas van quedando atrás los enigmas se van descifrando tan suavemente hasta que cae la última página que nos hace pensar torpe y equivocadamente: "claro, esto ya me lo imaginaba".
Por suerte (o por voluntad) esa forma de narrar, describir y vivir el mundo que me gusta ver en "lo japonés", aunque contaminado por el implacable concreto occidental, se mantiene en el tono y el ambiente que mis ojos quieren ver y mis oídos quieren escuchar en esta novela.
"Siempre nos quedará París"
José Pablo Feinmann
Un título con una de las mejores líneas del cine. Alguien que escribe que lleva un recorrido intelectual y de vida real muy por encima de los que habitan la fauna habitual del pensamiento político-social de este barrio sur del mundo. Un subtítulo que nos descubre sobre que vamos a leer.
Una visión del humano pasada por el prisma de un manojo de películas, muy lindo de andar, es como estar sentado en el bar de la esquina de tu casa con tus amigos viendo la vida pasar y pasar, y algo más ... bué, y mucho más. Y si sucede que no coincidís con las opiniones que van pasando, no te preocupes:
Siempre nos quedará el cine
"El cine según Hitchcock"
François Truffaut
Es difícil hablar de este libro sin repetir lo que cualquiera con medio dedo de interés por el cine puede decir, hoy repetiré aquí lo que pensé y escribí en otro lado de la www el 21 de Febrero de este año:
Hace unos días un amigo dejó acá en feisbuc este comentario:
“Recomiendo "La chica", una peli sobre la relaciòn sicopàtica de Alfred Hitchcock con Tippi Hedren, la actriz de "Pajaros"
Yo participé diciendo:
“Siempre me pregunto que destino llevan este tipo de comentarios una vez que se lanzan al éter. Lo voy a celebrar mirando primero "Los pájaros", luego "Marnie", y cerrando con "La chica" (que no tenía idea de que existiera). Si me quedan energías, le meto una vuelta de tuerca como bonus tracks con "Algo Salvaje" y "Doble de cuerpo".
Recién voy cumpliendo (y con mucho placer) un poco más del 50% de mi “promesa electoral”; y resultó que en el camino recordé que mantenía “inleído” decorando mis estantes el libro “El cine según Hitchcock” de François Truffaut.
Lo arranqué estropeando la cosmética de la biblioteca y se me ocurrió que tal vez los libros estén para ser leídos. Lo leí. Hoy enrulo el rulo y lo dejo acá como nueva sugerencia (ya que nació acá, me parece que merece seguir este recorrido) .
El libro es un “reportaje” (¡JA! Y cagate de risa de Catalina Dlugi, Alejandro “Marley” Wiebe, Alex Kuschevastzky, and so on), una charla sobre películas entre dos personas inteligentísimas que entienden perfectamente de qué trata el arte cinematográfico, entre otros detalles, porque son dos tipos que lo han inventado, celebrado y finalmente re-inventado.
“Reflexión cualunque”: Facebook también puede ser útil para fomentar un entretenimiento.
Ciao, me voy a ver “Rumores”
Abrazo.
“The End” (como en las pelis, las primeras palabras que aprendí en inglés)
"El vino del estío"
Ray Bradbury
Leí este libro por primera vez hace muchos años, era muy joven; de aquella vez recuerdo un sabor gracioso por la infancia que hacía muy poco había dejado atrás, tal vez no del todo, y un sabor agridulce al prefigurar según los ojos de la historia del verano de 1928 que podía indicar el futuro de mis días.
Treinta años después, la lectura de El vino del estío fue como escuchar una de esas grabaciones con los 100 hits de una década pasada mezclado con el sentimiento de haber caminado un largo camino y haber llegado a muchos de los lugares que los personajes fugaces de este libro han visitado.
El personaje central Douglas Spaulding tiene 12 años y va recorriendo todas las etapas de una vida a través de la gente de su pueblito; a medida que el verano avanza se van acumulando las botellas de vino de manzana (supongo que sidra che) que recordarán tiempo después el sol de una mañana de junio o una lluvia de agosto, cada día del verano atesorado en una botella en forma de vino.
Cualquier tontería (o no) te podrá hacer pensar en como las tardes de julio de 1928 no fueron tan distintas a las que pudiste vivir en enero de 1975 cincuenta años después, una continuidad que me parece que se ha interrumpido hace ya muchos años.
Las charlas en los porches que tanto gustan a Ray Bradbury, y deberían estimular a cualquier persona que lleva algo entre pecho y espalda, la máquina de la felicidad, la mujer-máquina, la máquina verde, la del tiempo; el terror de las noches con presencias (o ausencias) acechando, el paso de los años en los viejos, la vida atrapada de la mediana edad, el eterno presente de los chicos, los sueños de salir a recorrer el mundo.
Un libro con una dulzura especial.